viernes, 27 de enero de 2017

CONSEJOS DE PATRONIO.



Como ya os conté en mi anterior capítulo, mi hermana pequeña y yo nos encontrábamos desoladas en la fila de la izquierda pensando en cómo iba a acabar esta historia que, sin estar pensada, acabo convirtiéndose en nuestra mayor preocupación. En ese mismo instante en el que mi cabeza no paraba de darle vueltas a la situación, un hombre alto, y delgado, con ojos claros. Me dijo que podía ayudarnos a mi y a mi familia. El trato era que él nos podía llevar hasta Italia y permanecer juntas mi madre y nosotras, a cambio de darle el doble de dinero que llevábamos. Nos dijo que teníamos lo que quedaba de día para decirle nuestra decisión final. Nos dejó su número de teléfono apuntado en un papel blanco. Mi madre y yo nos quedamos unos instantes abrazadas sabiendo que quizás no nos separarían nunca, pero a la misma vez preocupadas por seguir en una cuidad sin destino. Se me ocurrió que podíamos acudir a alguien que se había convertido en un gran apoyo para mi en mi estancia en Valencia. En pocas horas llegó aquella persona, era el hijo de una familia que había estado con nosotros en aquella casa mugrienta en la que estuvimos hospedadas. Le explique la situación en la que nos estábamos encontrando, y mi amigo sin más pensarlo, me sentó a su lado y me contó esta historia: Cuento VI Conde Lucanor.  Al escuchar esta historia, fui rápidamente a donde estaba mi madre y mi hermana diciéndoles que la mejor opción era la que aquel hombre de ojos claros nos había ofrecido, sí, es cierto era mucho dinero lo que nos pedía pero, íbamos a  estar juntas y confiábamos en salir de allí. Asique sin pensarlo más nos comunicamos con el hombre de ojos azules y le dijimos nuestra decisión.  Estábamos citados a las siete de la mañana del siguiente día para empezar el viaje hasta Italia, por carretera. En el coche íbamos seis personas: el conductor el copiloto, y en los asientos de atrás estábamos mi madre, mi hermana, una madre desolada y entristecida por la pérdida de sus dos hijos pequeños, y yo. Creo  que el peor momento del viaje fue cuando nos quitaron la documentación a todos los que estábamos en el coche, por motivos que ninguno entendíamos. A mi madre se le notaban los nervios nada más mirarla, las dos teníamos miedo de lo que podía llegar a pasar ahora ya que estábamos totalmente ilegales. Al llegar a Italia penamos que algo iba mejorando, al menos ya habíamos llegado a donde queríamos y teníamos pensado llegar. Eso estaba en nuestra cabeza hasta que un grupo de policías nos cogieron a mi hermana a mi madre y a mi, y nos llevaron a un Centro de Detención de Inmigrantes Ilegales.

2 comentarios:

  1. Es importante que copies el cuento en lugar de poner el título.

    ResponderEliminar
  2. Por lo demás, estás haciendo un gran trabajo. Enhorabuena.

    ResponderEliminar